El período de adaptación en la sala de 3 años
El ingreso en el jardín de infantes supone para el niño un gran cambio; sale de su mundo familiar donde se le procura un ambiente de seguridad en el que se siente protegido y centro de atención familiar. La entrada en el mundo escolar hace que tenga que relacionarse en un espacio diferente, con muchos niños y adultos que no son de su confianza.
Esta separación mutua niño-familia y la manera de cómo se resuelva será trascendente en el proceso de adaptación.
También los maestros tendrán que adaptarse: a sus particularidades, sus costumbres, sus ritmos, con un profundo respeto van a posibilitar que el proceso de adaptación sea lo mas gradual y fluido posible.
Los padres influyen a la hora de la separación: sus temores, sus expectativas, su seguridad o inseguridad… todo ello es captado por el niño. Si su madre vive con dificultad este momento el niño lo verá como algo inseguro y peligroso.
Las reacciones de los niños pueden ser distintas y la Escuela ha de estar atenta para ofrecer la respuesta adecuada a cada caso. (Que un niño no llore no significa, a veces, que ya está adaptado)
A pesar de haber permanecido en un Jardín maternal anteriormente, el cambio de compañeros, espacios, dinámica de actividades y adulto a su cargo, entre otras circunstancias, supone para el niño/a un esfuerzo adaptativo importante que habrá que tener en cuenta siempre.
Debemos considerar que el niño/a en este período no puede distinguir entre un abandono definitivo y otro temporal, se encuentra con una situación tan desconocida como amenazante para su persona, situación que en algunos casos vivencia como un abandono. Es lógico que en tales circunstancias emplee todos sus recursos para defenderse y oponerse a este hecho. Recursos que pueden ser de dos tipos: * En un primer grupo nos encontramos con los niños que lloran, patalean, intentan escaparse, pegar a los adultos o a los compañeros, no quieren comer, se niegan a dormir e incluso puede aparecer de nuevo la enuresis (hacerse pis). Todo esto va encaminado a mostrar su rechazo, llamando constantemente la atención de los adultos.
* Por otro lado está el grupo de niños que experimentan una reacción depresiva, el cual se sentará en un rincón, evitando la relación con los otros niños y con el adulto, refugiándose en su soledad o en el objeto que haya traído de su casa. Tenemos que tener presente este tipo de reacciones para no caer en el error de considerar que el niño o niña se ha adaptado porque no llora, ni reclama la atención del medio, es
evidente que este tipo de reacción requiere por parte del adulto una gran atención, sensibilidad, cuidado, apoyo y afecto para que supere esta situación y no caiga en una actitud apática que detenga su capacidad de relación si esta experiencia se prolonga.En definitiva casi todos los niños pasarán por un período de adaptación más o menos largo hasta que recobren la seguridad en sí mismos y la confianza en el afecto y cariño que sus padres y madres les profesan.
Desde el punto de vista pedagógico, tiene una gran importancia este periodo, ya que depende de cómo lo viva, negativa o positivamente, dependerá su actitud ante la escuela, ante las relaciones sociales, ante los aprendizajes …
Esta separación mutua niño-familia y la manera de cómo se resuelva será trascendente en el proceso de adaptación.
También los maestros tendrán que adaptarse: a sus particularidades, sus costumbres, sus ritmos, con un profundo respeto van a posibilitar que el proceso de adaptación sea lo mas gradual y fluido posible.
Los padres influyen a la hora de la separación: sus temores, sus expectativas, su seguridad o inseguridad… todo ello es captado por el niño. Si su madre vive con dificultad este momento el niño lo verá como algo inseguro y peligroso.
Las reacciones de los niños pueden ser distintas y la Escuela ha de estar atenta para ofrecer la respuesta adecuada a cada caso. (Que un niño no llore no significa, a veces, que ya está adaptado)
A pesar de haber permanecido en un Jardín maternal anteriormente, el cambio de compañeros, espacios, dinámica de actividades y adulto a su cargo, entre otras circunstancias, supone para el niño/a un esfuerzo adaptativo importante que habrá que tener en cuenta siempre.
Debemos considerar que el niño/a en este período no puede distinguir entre un abandono definitivo y otro temporal, se encuentra con una situación tan desconocida como amenazante para su persona, situación que en algunos casos vivencia como un abandono. Es lógico que en tales circunstancias emplee todos sus recursos para defenderse y oponerse a este hecho. Recursos que pueden ser de dos tipos: * En un primer grupo nos encontramos con los niños que lloran, patalean, intentan escaparse, pegar a los adultos o a los compañeros, no quieren comer, se niegan a dormir e incluso puede aparecer de nuevo la enuresis (hacerse pis). Todo esto va encaminado a mostrar su rechazo, llamando constantemente la atención de los adultos.
* Por otro lado está el grupo de niños que experimentan una reacción depresiva, el cual se sentará en un rincón, evitando la relación con los otros niños y con el adulto, refugiándose en su soledad o en el objeto que haya traído de su casa. Tenemos que tener presente este tipo de reacciones para no caer en el error de considerar que el niño o niña se ha adaptado porque no llora, ni reclama la atención del medio, es
evidente que este tipo de reacción requiere por parte del adulto una gran atención, sensibilidad, cuidado, apoyo y afecto para que supere esta situación y no caiga en una actitud apática que detenga su capacidad de relación si esta experiencia se prolonga.En definitiva casi todos los niños pasarán por un período de adaptación más o menos largo hasta que recobren la seguridad en sí mismos y la confianza en el afecto y cariño que sus padres y madres les profesan.
Desde el punto de vista pedagógico, tiene una gran importancia este periodo, ya que depende de cómo lo viva, negativa o positivamente, dependerá su actitud ante la escuela, ante las relaciones sociales, ante los aprendizajes …
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